El retablo mayor de la iglesia de
San Cosme y San Damián de Poza de la Sal, de orden colosal, es uno de las
fábricas más singulares y meritorias de la retablística castellana del siglo
XVIII.
El retablo consta de tres calles y
dos cuerpos, uno principal y otro superior, tan desarrollado, que compite en
tamaño con el principal. El banco tiene una disposición original y notable,
acoge el sagrario en la calle principal y dispone de dos puertas simuladas
coincidiendo con las calles laterales. Este elemento de vano doble, unido a la
disposición del sagrario y la elevación de la hornacina de los patronos, nos
lleva a pensar que, aunque nunca haya tenido esa función, posiblemente la traza
del retablo de Poza se ideara como la propia de un retablo con camarín.
El elemento sustentante principal y
protagonista es la columna terciada propia del barroco del siglo XVIII. Se usa
con profusión para separar las calles y como marco de las hornacinas. Las
cuatro formidables columnas que articulan el cuerpo principal, arrancan de unas
ménsulas-cartela en un alarde técnico notorio. Para unir el cuerpo principal
con el superior se ha construido un complejo entablamento. En él, encima de los
capiteles corintios, se ha colocado un arquitrabe mistilíneo sobre el que a su
vez se asienta un friso decorado con motivos variados que van de los vegetales
a los militares. Remata este profundo y dinámico entablamento una cornisa de
amplio voladizo.
Todas las hornacinas del retablo
están enmarcadas por el mismo tipo de columnas terciadas. Un detalle a destacar
en estas columnas marco es su apariencia aérea. Todas ellas parecen sustentarse
en el aire y de todas cuelgan una especie de claves pinjantes o mocárabes de
gran elegancia. Las del cuerpo central, además, se rematan con pináculos calados,
de gran airosidad y delicadeza.
La adaptación del retablo al marco
del ábside de la iglesia es tan perfecta que obliga a cortar el desarrollo de
las dos columnas exteriores. Ambas columnas serán continuadas por un pedestal
del que ya sólo surgirá una escultura sentada. Todas las calles se concluyen en
altura con frontones curvos partidos ocupados por esculturas. El de la calle
principal alberga en su centro una corona, que ajusta el retablo con la bóveda.
Este retablo pozano tiene una
importancia capital en términos arquitectónicos. Es probablemente la primera
vez que se utilizan en el reino de Castilla formas curvas ondulatorias
cóncava/convexa, convexa/cóncava para una construcción de este tipo. El efecto
escenográfico y de dinamismo, con elementos estructurales que se adelantan o se
retraen, es excepcional y formidable.
Todo su entramado formal nos
recuerda enormemente a la fachada de los pies de la catedral de Valencia
diseñada por Konrad Rudolf y comenzada en 1700. La inspiración última la
debemos buscar en la fachada de la iglesia romana de San Carlos de las Cuatro Fuentes,
diseñada por el arquitecto italiano Francesco Borromini a mediados del siglo
XVII por encargo de la orden de los Trinitarios Descalzos españoles en Roma.
Juan Antonio Sánchez Hernández. Dr.
en Historia